La obra e interiorismo de este piso de 113 m2 en el corazón del barrio de Salamanca, en Madrid, la encargó al estudio de Alicia Mesa, una pareja con una niña pequeña. Las necesidades estaban muy definidas, querían una zona para la niña con dos dormitorios y un baño, y si era posible, una zona más independiente para ellos, con su dormitorio, un pequeño despacho y su propio cuarto de baño.
La zona privada del matrimonio, se organizó en el primer espacio, tras el acceso a la vivienda, que curiosamente estaba hecho por la parte trasera. El problema que tenía esta parte de la casa, es que las ventanas grandes daban a lo que debía ser zona de hall y de paso a la parte delantera, por lo que quedaban muchos metros a la izquierda con una sola ventana en un rincón que daba a otro patio. Esa es la razón por la que en todo el dormitorio principal y despacho se utilizaron tabiques de pavés y vidrio traslúcidos, para permitir la mayor entrada de luz posible. El gran armario corredero y el mobiliario del despacho son de Ikea.
Al final del pasillo, dejando el dormitorio de invitados y la cocina a la derecha, accedemos al comedor, en el que destacan la mesa y el aparador , de líneas rectas, sobrios y antiguos.
Estos muebles son herencia de la dueña de la casa y contrastan con la moderna lámpara de Luis Poulsen. El paso al salón lo marca una enorme planta, detrás e la cual se esconde una auténtica reliquia china, un cabinet lacado en rojo , que sirve para albergar el equipo de música y los DVD. Las dos alfombras son de sisal, en tonos neutros y rematadas con sendas cenefas en tonos grises. Y un dato curioso, prácticamente todos los cuadros de la vivienda, están pintados por un familiar de uno de los dueños, un conocido pintor sueco.
La habitación de la niña cuenta con un pequeño vestidor y espacio suficiente para jugar.
Desde la cocina -amueblada con brillantes armarios en color rojo– se ve el comedor a través de un cómodo pasaplatos.