¿Tienes ganas de más?
Suscríbete a nuestra news para recibir recomendaciones, guías y temas de actualidad

7 señales de que tienes una relación tóxica con tu casa

Hay personas que cuando se compran una casa saben que será para toda la vida. Sin embargo, hay otras que cuando entran a vivir en la que va a ser su casa sienten que no será la definitiva. Nunca tuvieron un amor inmobiliario a primera vista. Nunca experimentaron un flechazo al visitarla como los que lanza San Valentín cada 14 de febrero. Si es tu caso, tal vez sea el momento de pensar en mudarse de casa

Seguro que no eres el único que da mil vueltas a la idea de que dejaste escapar la casa de sus sueños. Este pensamiento te predispone a tener una relación de ‘peros’ con el que ahora es tu hogar. Por mucho que cambies los muebles de sitio, por mucho que renueves la decoración, por mucho que trates de organizar planes, al final tienes un relación que está abocada al fracaso.

Si aún tienes dudas sobre si la casa en la que vives es la casa en la que quieres seguir viviendo, te mostramos siete señales inequívocas de que tienes una relación tóxica con ella que te ayudarán a tomar la decisión de salir a buscar el lugar que deseas convertir en hogar.

1. No fue un flechazo a primera vista

La primera señal es la que comentábamos líneas más arriba. Entrar a vivir a una casa por la que no has sentido el más mínimo flechazo, con toda probabilidad hará que en tu cabeza resuene cada día el interrogante: ¿Qué hago yo aquí? Y nada peor para una relación con tu casa que no sentirlo tu hogar, cuando este debería ser el refugio en el que descansar y sentirse feliz.

casa tóxica aburrida

2. Es oscura y fría. Te roba la energía

Nada como la luz natural para ver el mundo con otro ánimo. Nuestra casa debe ser un lugar donde descansar, pero también un hogar que nos permita recargar pilas y nos dé momentos de felicidad. Cuando lo que quieres, y necesitas, es que los rayos de sol se cuelen por la ventana, puede resultar frustrante sentir que jamás será posible por su orientación al norte.

Recordar cada día que el sol no será un invitado habitual en tu vivienda te llevará a mirar con resignación y cierta envidia a tus vecinos con orientación sur. Y esa sensación, si no le pones remedio, se quedará con tu energía.

3. Se deteriora y crees que arreglarla no merece la pena

Pasar olímpicamente de las labores de mantenimiento por pura desidia es mala señala. No arreglar esa puerta que no termina de cerrar bien, no restaurar aquel desconchón del despacho o  no cambiar esas ventanas que asilan fatal indica que la casa en la que estás no te ilusiona. Vivir cada día en un hogar que no quieres mimar despierta sentimientos de apatía de los que es mejor liberarse. Los deterioros que no se arreglan, y siguen creciendo, no harán más que alimentar el desdén por la casa que habitas.

4. Tu casa no está para reuniones familiares o de amigos

Una de las delicias de una casa es, de vez en cuando, poder compartirla con amigos y familiares; poder vivirla en encuentros alrededor de la mesa y en torno a la cocina ¿Llevas años viviendo en tu casa y nunca la has ofrecido para ninguno de esos encuentros?

Te resulta pequeña, poco confortable, no crees que esté decorada para albergar este tipo de reuniones, no está decorada a tu gusto o piensas que no se llevarán buena impresión… ¿Alguna de estas es tu razón para no invitar a nadie a tu casa? Avergonzarte de ella y no querer abrirla a tus invitados es otra señal inequívoca de que tienes una relación tóxica con tu casa. 

5. Consume demasiado y arreglarla es caro. La casa ha sido un desengaño

Hay viviendas que llegan para eclipsarlo todo. Inmuebles que, por sus características, son capaces de nublarnos la vista y llevarnos a tomar la decisión de comprarlas sin pensarlo demasiado. Arrebatos así, a la larga, pueden traer consigo arrepentimientos.

Cuando esconde sorpresas como costosos arreglos con los que no contabas o consumos y gastos de mantenimiento desproporcionados, la relación de flechazo por una casa no tardará en volverse tóxica y engendrar rechazo por desengaño. Por eso, antes de permitir que Cupido interceda en la relación con nuestro futuro hogar, no está de más consultar con la almohada. 

6. Cuando la nostalgia trae tristeza

Guardar momentos buenos en la memoria y sentir nostalgia por los instantes vividos en una casa puede resultar agradable, un pequeño refugio al que acudir de vez en cuando. Sin embargo, cuando ese sentimiento melancólico es constante, cuando cada rincón te recuerda a alguien que ya no vive ahí, el recuerdo termina por enquistarse y producir pena. Una casa que nos lleva a la tristeza por lo que fue y no volverá a ser, no dejará avanzar a quien vive en ella.

7. Ya no te gusta el barrio

Un hogar es la casa y lo que la rodea. Así es que la relación que mantengas con esa vivienda no solo dependerá de lo bonita y a tu gusto que la tengas. Si el barrio ha dejado de ser el barrio por el que te gustaba pasear, el vecindario se ha vuelto un lugar incómodo, si las vistas se han ido convirtiendo en ladrillo y más ladrillo, si el parque cercano dejó de ser verde o los locales comerciales de la zona nunca terminaron por abrir es posible que aquella vivienda de la que te enamoraste hace tiempo, y decoraste con tanto esmero, haya acabado convertida en un precioso castillo protegido por gruesos muros. ¿Quieres vivir en un castillo? ¿Es esa la relación que a partir de ahora quieres con tu casa y su entorno? 

Una casa es un espacio físico que cuando te hace sentir bien, seguro, en armonía, con ilusión y ganas de estar se convierte en hogar. Si la relación ha dejado de ser así, o nunca lo fue, es posible que tu relación con ella sea tóxica. ¿Le darás una segunda oportunidad o abrirás tus puertas a un nuevo 14 de febrero? Piensa que en la fórmula ‘Casa nueva, vida nueva’ puede estar la salida que necesitas.

Publicidad