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De alquilar solo a compartir piso: los tips para hacerlo más llevadero

El costo de la vida sube cada día, inflación mediante, y repercute en nuestros bolsillos, obligándonos a buscar fórmulas de ahorro. Para quienes viven solos, afrontar un alquiler puede hacerse muy cuesta arriba, por lo que en no pocas ocasiones se pasan a la vivienda compartida. Pero el paso de alquilar solo a compartir piso puede resultar muy duro para aquellos acostumbrados a no tener que rendir cuentas a nadie. Por eso, no está de más poner en práctica algunos consejos para hacer el trance más llevadero.

No vamos a descubrir nada nuevo si decimos que la convivencia no es sencilla. No lo es muchas veces con familiares o seres queridos y, mucho menos, con desconocidos. Sin embargo, la vida diaria puede fluir mejor si, de entrada, establecemos ciertas normas  de convivencia claras y consensuadas entre quienes tienen que compartir una casa.

El respeto lo es todo: vive y deja vivir

Para empezar, uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta en una convivencia es el respeto por los horarios del otro. Puede que esos horarios coincidan y no haya conflictos, pero siempre resultará fundamental guardar el debido silencio en las horas de descanso. Esto incluye desde el volumen de la televisión, la música, apertura y cierre de puertas, hasta las duchas, las visitas o cualquier situación que pueda perturbar el sueño ajeno.

Otro punto de choque suele ser el uso de los espacios compartidos, como el baño, el salón o la cocina. En estos ambientes, debe haber unas reglas que impongan cierto orden: no dejar ropa tirada, pertenencias personales sobre las mesas o trastos sin lavar, por ejemplo. Siempre habrá alguno más amante de la limpieza que el otro aunque hay que respetar todas las sensibilidades.

Si nos detenemos en el tema de la higiene, también habrá que establecer un cronograma o calendario de tareas, ya sea diario o semanal, de los encargados de realizarla de una manera más profunda, más allá del orden del día a día y de las habitaciones personales. Otra vez, el baño, la cocina y los suelos y muebles del salón, entre otras estancias, demandan que nos pongamos de acuerdo en quién y cuándo va a limpiarlos.

Hablando se entienden los compañeros de piso

También el uso de los electrodomésticos puede generar roces, sobre todo la nevera. Aquí entra en juego el sitio destinado a cada cual, pero también la propiedad de los alimentos allí almacenados ya que, en muchas ocasiones, los inquilinos utilizan o se adueñan de la mercadería de su compañero de piso. Aquí, otra vez, entra en juego el respeto por el compañero, porque no podemos ponerle candado a nuestras pertenencias.

A la hora de las comidas, quienes conviven suelen elegir preparar cada uno lo suyo. Es difícil compartir gustos y dietas con gente ajena a nuestro círculo íntimo. Dicho esto, se hará necesario también fijar horarios o turnos que se ajusten lo mejor posible a la rutina de cada quien en lo que al uso de la cocina se refiere.

No obstante, en una piso compartido existe una cuestión aún más capaz de disparar las discusiones: las visitas. Cuando vivimos solos, no tenemos que rendir cuentas a nadie de quién entra o sale de la casa. No sucede lo mismo en una vivienda en la que habita más de un inquilino. Conviene entonces llegar a un acuerdo sobre cuándo, cuánto y dónde pueden entrar las personas que vengan a vernos.

Que la convivencia sea perfecta depende de ti

Son muchos los factores que influyen en la convivencia entre personas extrañas y que ayudan a que sea amena o se convierta en una pesadilla. Es cierto que no se puede generalizar. No existe la guía universal de la convivencia perfecta en un piso compartido porque cada caso es especial. No obstante, sí que con un pacto tácito o explícito que quede debidamente redactado, firmado y a la vista, es más factible que todo llegue a buen puerto.

Como ves, si has decidido pasar de alquilar solo a compartir piso, no existe una fórmula de éxito para la convivencia. Sin embargo, sí hay ciertas recomendaciones que te ayudarán a hacerlo más llevadero. Y para evitar conflictos, mejor dejar todo por escrito. Aprovecha por ejemplo, la nevera o cualquier otro lugar visible para colgar el acuerdo al que llegues con tu compañero. De este modo podréis tenerlo siempre presente.

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