Estamos acostumbrados a oir y ver casas decoradas con estilo minimalista, en el que el blanco y, en ocasiones, el negro, son los protagonistas de éstas. Uno por ser el que cubre la mayoría del espacio, y el otro, por aportar toques de contraste. Sin embargo, como todo evoluciona, y en el mundo del interiorismo más aún si cabe, la tendencia minimalista también está cambiando. Aunque sigue con el lema de su creador Mies Van Der Rohe ‘Menos es más’, las nuevas corrientes de la decoración de interiores están basadas en un minimalismo a todo color.
Como ya sabes, el minimalismo, al que llamaremos tradicional, se basa en tonos neutros, principalmente el blanco. Los contrastes se buscan con colores como el rojo y el negro, los cuales otorgan carácter a esta conocida tendencia. Sin embargo, en la actualidad se empiezan a ver ambientes que representan el más puro estilo minimalista pero con variaciones en el color. No cambia nada, tan sólo que, en vez de tener un salón en blanco y negro con poco mobiliario y funcional, ahora puedes contar con otro con las mismas piezas, pero con tonos mucho más llamativos.
Maderas más claras
Sillas, cheslóns o mesas con formas sencillas y delgadas, se pueden combinar con suelos de madera natural, un poco más clara que las que emplea el minimalismo puro. Éste suele emplear maderas oscuras, tales como el wengue. Por otro lado, en el tono de los tapizados también aparecen las diferencias, son colores más atrevidos, tales como el naranja vivo, es el todo o nada.
Es en resumen, una adaptación del minimalismo más convencional con la época en la que vivimos. Por las características que incorpora, podríamos denominarlo como un neo-minimalismo o un modernismo minimalista. Es la innovación basada en lo básico, buscando siempre la elegancia, a pesar de la incorporación de nuevos colores.
