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Duelo: baños con dos lavabos vs. un solo lavabo

¿Te gusta compartir baño con tu pareja o compañero de piso o eres una persona tan exclusivista que prefiere acicalarse en soledad? Algunas viviendas tienen cuartos de baños amplios en los que se ha instalado una gran encimera provista de dos lavabos o uno de grandes dimensiones para compartir. Para muchas personas esta distribución de la estancia es un error y para otras es un acierto.

Los hay que no tienen problemas de espacio en el baño y ponen dos senos sin dudarlo, considerando, por ejemplo, el ahorro de tiempo. Sin embargo, en otras viviendas, el aseo se considera íntimo y hay que esperar turno para entrar. Una vez más, Alicia y Marta arrojan sus opiniones a favor o en contra de esta manera de amueblar un cuarto de baño… ¿Cuál de las dos expondrá mejores argumentos sobre su idea? Sigue leyendo y juzga por ti mismo.

La opinión de Alicia: «La intimidad no está reñida con la confianza»

La intimidad está sobrevalorada. Nos pasamos el día compartiendo hasta el último de nuestros movimientos en redes sociales. Desde el sueño que tenemos cuando vamos a trabajar (se llama ma-dru-gar) o lo lleno que está el metro (bienvenido a la hora punta), hasta lo muchísimo que quieres a tu mascota/pareja/amigo/coche/nuevo par de zapatos. Las actualizaciones de estado, las fotos subidas con el móvil o los tuits, en muchas ocasiones, son estúpidas, frívolas, vacías de significado, o como se dice ahora, simple postureo. Por eso, cuando en el mundo de los perfiles digitales algunos, de pronto, sacan las uñas defendiendo su intimidad, me parto de la risa.

»»Cuando se traslada este tema al cuarto de baño, no digo que tengamos que subir online, sin pudor y a lo loco, el resultado de nuestras digestiones a través de mensajes de 140 caracteres -describiendo peso, color y forma- y fotos -retocadas con un filtro automático guay-. No. Una cosa es la intimidad y otra la escatología y el mal gusto. Hay límites, y su subjetividad intrínseca es, precisamente, lo que echa leña al fuego encendido de este debate. No obstante, me parece extraño que en una vivienda familiar, en un entorno de confianza, donde ‘todos nos lo hemos visto todo’, se siga echando el pestillo a la puerta.

»»

Un lavabo con dos senos es el sueño de las parejas que se quieren, se respetan y procesan un profundo amor por el tiempo. Él se afeita, tú te maquillas, ambos os laváis los dientes. Ni tú tienes que sufrir por el espontáneo estampado textil a base de pelos de barba del lavabo, ni él tiene hacer maniobras para encontrar un hueco sobre la encimera en el que dejar su cuchilla y no acabar tirando algo pringoso y carísimo al suelo. Además, con dos lavabos también se tienen dos cajones y/o armarios. Ya no tendrás que dar explicaciones por las cinco clases de body milk que usas o escuchar «qué demonios es eso», refiriéndose al difusor de pelo.

»»Más allá de la optimización del tiempo (2×1) y de evitar discusiones (yo lo ensucio, yo lo limpio), siempre he considerado al baño algo más que el lugar de la casa dedicado a la higiene personal. En mi opinión, es una habitación más. Aquí que se pueden tener conversaciones tanto o más enriquecedoras que en cualquier parte de la casa. Conste que hay «momentos» que prefiero pasar sola, pero si mi pareja tiene que entrar al baño un momento a coger un lo-que-sea, no voy a poner el grito en el cielo. Lo mismo si me estoy duchando: no solo le diré que pase al baño, sino también a la ducha.

La opinión de Marta: «Cada instante que pasamos en el baño es un momento íntimo»

El aseo personal es un acto cotidiano que en mi opinión, en mis costumbres y en mi manera de pensar hay que hacerlo en soledad. Quizá tenga que ver con una cuestión educacional, pero estoy acostumbrada a estar sola en el cuarto de baño y esperar mi turno para entrar. Ahora que tengo mi propia familia detesto que los niños entren o estén por el medio cuando me ducho, me peino o me lavo los dientes.

»»Desde los momentos más puramente fisiológicos -que estoy segura a nadie le gusta compartir- hasta el tiempo que pasamos mirándonos al espejo porque nosotros lo valemos, cada instante que pasamos en el baño es un momento íntimo.

»»Reconozco que en alguna ocasión -y por una cuestión de prisa y por no llegar tarde- he tenido que entrar al cuarto de baño cuando estaba mi marido. No os lo vais a creer pero antes de acceder al interior, llamo a la puerta y entro con los ojos cerrados para no violentarle, aunque en realidad creo que a él no le violentaría.

»»Por supuesto si yo estoy en el interior solo entran los niños, el acceso para el resto de los mortales está vetado.

»»Además creo que esta costumbre o manía -según se mire- se está recrudeciendo con el paso de los años lejos de mitigarse con la convivencia en familia. Cada vez más me gusta gastar unos minutos de mi tiempo en estar sola conmigo misma sin que haya nadie observando lo que hago.

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 ¿Qué prefieres en el cuarto de baño: uno o dos lavabos?

 

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