Muchas veces pensamos que decorar es demasiado caro y que un cabecero es algo secundario. Al contrario, podemos dañar la pintura de la pared si no ponemos nada de cabecero, así que si no tienes muchos recursos no te preocupes, porque siempre puedes utilizar un espejo para que haga esa función y de amplitud a tu habitación.
Saca ese restaurador que llevas dentro y coge esos viejos espejos que tiene tu abuela guardados en el trastero. Un buen lijado a la madera, una limpieza a fondo y una capa nueva de pintura y tendrás un cabecero perfecto y único.
El contraste siempre funciona
Siempre puedes crear un atractivo contraste jugando con los colores de la pared y los espejos. Combina varios diferentes y crea una particular estructura como la que se ha conseguido en la fotografía. Como puedes ver, una apuesta segura es el blanco y el negro, aunque procura dar algún toque de color para que la estancia no sea tan sobria.
También puedes situar un espejo en el cabecero de la casa de la playa. Si quieres conseguir un toque natural, barniza la madera del marco con un color básico que potencie su color y haga juego con el resto de la estructura de la cama y las mesitas. El resultado será mucho más llamativo si te atreves a pintar la pared del cabecero con un tomo anaranjado, que contraste con el blanco del resto de la estancia.
Para dormitorios más minimalistas es perfecto un espejo sin marco. Sobre todo para aquellas habitaciones que no son muy grandes, este cabecero conseguirá dar una sensación de mayor amplitud. Si un espejo a medida se sale de tu presupuesto, siempre puedes comprar uno y quitarle el marco que lo rodea.
Juega con la simetría en tu dormitorio y coloca dos espejos iguales como cabecero. De este modo no sólo se consigue dicho efecto con las mesitas y los cuadros, también los espejos potenciarán esa sensación simétrica.
