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Hacia un urbanismo de género en las ciudades españolas

Desde sus inicios en los años 90, el urbanismo feminista ha hecho hincapié en la necesidad de desarrollar la perspectiva de género en todas las cuestiones relativas a la configuración de las ciudades. Esta postura, surgida en el ámbito académico y científico y expandida al político y administrativo, pretende diseñar un espacio público centrado en la figura de la mujer y su experiencia en la vida cotidiana, subordinando así, según Sara Ortiz, miembro del colectivo Punt 6, “el modelo de ciudad basado en el sistema capitalista y patriarcal que tradicionalmente se ha asociado a la masculinidad hegemónica”. ¿A través de qué fórmulas busca el urbanismo de género cambiar las ciudades españolas?

Sensibilidad por los más vulnerables

El urbanismo desde la perspectiva de género está compuesto, en opinión de Inés García Clariana, directora de la Escuela Arquitectura y Politécnica de la Universidad Europea de Valencia, por el conjunto de prácticas, operaciones e intervenciones sobre el espacio público “sensibles a las necesidades de los colectivos más vulnerables dentro de nuestra ciudades”, como pueden ser las personas mayores, los enfermos y dependientes o los niños.

De la misma opinión se muestra Juan Manuel Ros García, profesor de Arquitectura de la Universidad CEU San Pablo, quien añade que hay que entender este modelo de urbanismo dentro “del creciente nivel de exigencia social de progreso”, en el que no es posible obtener una sostenibilidad económica sin considerar “una justicia integral de todas las capacidades disponibles”, las cuales han de estar presentes de igual forma en ambos sexos.

Cambio de paradigma

Este docente agrega que el urbanismo desde una perspectiva de género surge “dentro de una concepción productiva sesgada” de la sociedad. El diagnóstico es compartido por Ortiz, quien expone que en la actualidad las ciudades ponen el foco en la dimensión productiva y remunerada, “la que tradicionalmente se ha vinculado a lo masculino”, mientras que se invisibiliza la dimensión doméstica, reproductiva y del cuidado, “de la que se encargan en especial las mujeres”.

Son los aspectos de los que se responsabilizan las mujeres, continúa esta experta, los que componen las prioridades del urbanismo feminista, que trabaja a favor “de unas ciudades sostenibles, centradas en las necesidades de las personas y aptas para la vida cotidiana”. Asimismo, recalca que el urbanismo desde una perspectiva de género se aleja de la concepción mayoritaria en torno a la ciudad, que es concebida como espacio público que obliga a los ciudadanos a enfrentar diariamente grandes desplazamientos, fundamentalmente en coche; interpreta las calles como lugares de paso y no de encuentro y fomenta el consumismo y no la participación.

Menos coche y más transporte público

Para llevar a cabo este cambio de modelo, el urbanismo feminista trabaja en torno a varios ejes, cada uno de los cuales compuesto por reivindicaciones concretas. El primero de ellos apela a la movilidad de las ciudades y denuncia el lugar protagónico que las urbes españolas han dado al coche. En este sentido, desde el colectivo Punt 6 defienden la implantación del modelo de movilidad de las mujeres.

Este se basa mayoritariamente en desplazamientos en transporte público o a pie, por lo que, desde el punto de vista de este colectivo, presenta “patrones más sostenibles”, a pesar de que las mujeres, en sus quehaceres diarios, “realizan recorridos más extensos que los hombres”. Al respecto, Ortiz denuncia que “se privilegia la movilidad masculina”, ya que las ciudades “están pensadas para el coche y no para la gente”. “Una estrategia feminista es apostar por la movilidad de las mujeres y desplazarse andando o en transporte público, para lo que demandamos una mejora de las conexiones, que sean cada vez más cortas, accesibles y seguras”, declara.

Mobiliario urbano

Otro eje en el que se basa este modelo tiene que ver con la inversión y las políticas públicas que se desarrollan en concepto de mobiliario urbano. En esta línea, varios de los expertos consultados lamentan que muchos municipios hayan invertido en elementos elitistas e ineficientes a nivel económico, fundamentalmente relacionados con las Smart Cities. Por el contrario, y a juicio de Ortiz, se han dejado de atender “necesidades concretas de una gran parte de población”.

En concreto, apela a la desaparición de bancos de descanso del espacio público. En este caso, defiende que los bancos constituyen un elemento “imprescindible de la movilidad cotidiana de ancianos, enfermos y dependientes”. Sin embargo, critica que en el “modelo de ciudad neoliberal” que se ha extendido en nuestro país, el cual se rige por el concepto de “urbanismo preventivo”, la Administración haya optado por eliminar los bancos “para que no tengan acceso a ellos personas sin hogar o grupos de jóvenes” que pueden originar conflictos.

Mayor seguridad

El urbanismo desde una perspectiva de género también se inclina por fomentar una mayor seguridad entre las mujeres. Para ello, los expertos consultados coinciden en que en la configuración de la ciudad debe primar la interrelación de las distintas zonas, como calles, portales de viviendas y accesos a garajes; así como aumentar los niveles de iluminación del espacio público, sobre todo en determinadas épocas del año.

En opinión del colectivo Punt 6, los esfuerzos en materia de seguridad también han de realizarse en los bloques de viviendas. Es por ello que instan a fomentar el desarrollo de inmuebles residenciales “que se comuniquen con el exterior y sean visibles”. En concreto, instan a arquitectos y promotores a fomentar un diseño que prime “la actividad en las plantas bajas de los bloques de viviendas” y que haga desaparecer los rincones. “En definitiva, no habría que optar por los espacios donde alguien se pueda esconder y agredir a una mujer en un momento de soledad”, enfatiza Ortiz.

Visibilidad femenina en la vivienda

Las modificaciones en materia de vivienda para fomentar la perspectiva de género no se acaban con este aspecto. Por el contrario, ambas arquitectas reconocen que “queda mucho por hacer” en cuando a diseño y distribución de los inmuebles residenciales si se pretende fomentar la igualdad en la sociedad. De hecho, un estudio del colectivo Punt 6 denominado ‘La Casa sin Género’ concluye que la configuración de las viviendas en España “reproducen muchos elementos del sistema patriarcal”.

Esta diferenciación se observa, especialmente, en la distribución de las viviendas, pues según el documento “se tiende a esconder o ignorar los espacios dedicados al trabajo doméstico”. Así, sus responsables lamentan el rol que la cocina desempeña en la vivienda tipo de España, pues “tiende a cerrarse y a construirse en pequeñas dimensiones en comparación con otros espacios de la casa”.

Lo mismo sucede con los lavaderos y los lugares que atañen al ciclo del cuidado de la ropa. Es por ello que las integrantes del colectivo instan a promotores y arquitectos a desarrollar edificios con espacios para compartir estas actividades, así como “abrir las cocinas y adherirlas a los salones”, de modo que todos los habitantes de la casa participen en las tareas domésticas.

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