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La okupación discreta y silenciosa

Los miles de desahucios que se han producido durante la crisis están obligando a cada vez más personas a vivir de 'okupas'.

Los miles de desahucios que se han producido durante la crisis están obligando a cada vez más personas a vivir de ‘okupas’. Exiten varios tipos de okupaciones: las reivindicadas públicamente, como la acometida en el Hotel Madrid de Malasaña el pasado mes de octubre, la de los centros sociales de okupación (CSO), como el centro social vecinal La Salamanquesa, y las okupaciones discretas, que son las que no se reinvidican públicamente y las que cada vez más se están produciendo. «Dejé a mi hijo con su abuelo. Pero no estaba sola. Los indignados me acogieron como a una más. Así me convertí, de la noche a la mañana, en una okupa”, afirma Cuki, una madrileña desahuciada de 60 años que okupa junto a tres familias una vivienda de la capital.

“El concepto del okupa siempre ha tenido una connotación negativa, pero con la crisis esa visión está cambiando y la sociedad acabará por asumirla”, apunta el sociólogo experto en temas de urbanismo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Julio Alguacil. “Mientras siga aumentando el número de desahucios, las okupaciones discretas se irán expandiendo por la ciudad”, prevé por su parte, Chema Ruiz, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Contrasta la cifra cada vez más en aumento de las okupaciones con el cada vez más número de pisos vacíos en stock. Alguacil por su parte defiende la okupación como un tipo de acción “absolutamente legítima recogida en el artículo 47 de la Constitución española”, que reconoce el derecho a una vivienda digna. La Defensora del Pueblo, María Luisa Cava de Llano, señala que “la okupación no es la solución” y aboga porque las autoridades que les proporcionen todo tipo de ayuda y no tengan que resolver esta situación por su cuenta.

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