El año 2015 supuso un punto de inflexión en el negocio inmobiliario y las perspectivas para el sector son positivas. Un crecimiento sostenible que persigue el ajuste entre oferta y demanda y obliga a los principales actores inmobiliarios a ir un paso más allá para alcanzar una ventaja respecto a la competencia. Una ventaja que no solo se refleja en la relación con el cliente final: El back-office cobra una especial importancia cuando se trata de mejorar la productividad y ahorrar costes.
Esta apuesta por profesionalizar el negocio desde dentro, a partir de una herramienta de gestión que permita alinear la parte financiera con la parte contable, supone un termómetro excelente para evaluar la salud del sector. Ahora bien, el negocio evoluciona y las empresas especializadas han de adaptarse continuamente a las necesidades de sus clientes.
Cuando requieren un sistema informático de gestión, demandan ante todo cubrir tres áreas estratégicas: financiera, control de gestión y ventas. En realidad, están demandando la capacidad de gestionar de manera eficiente y profesional, a través de la tecnología, su negocio al completo. Una demanda que no es ajena tampoco a los cambios regulatorios, tal y como demuestra la creciente demanda del módulo de Prevención de Blanqueo de Capitales.
El mundo cambia a una velocidad de vértigo y la tecnología es la llave para alcanzar ese valor añadido tan deseado en un sector en el que participan cada vez más actores de diferente naturaleza.