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«Las condiciones necesarias del lujo residencial son tener silencio y espacio»

Marc Rahola Matutes
founder & CEO de OD Group.

¿Qué es el turismo experiencial?

Ahora está muy moda porque venimos de una crisis de concepto y la gente de alguna manera quiere que en su destino, sea en forma de hotel, restaurante, retail, etc., haya una experiencia, que pasen cosas, y a esto le han llamado turismo experiencial. Pero para nosotros no es una acción-reacción. Nosotros desde el 2009 nos hemos basado en que todos los procesos de trabajo que hacemos, tanto si es hotel como promoción, tengan un concepto. Más que experiencial, lo nuestro es conceptual. Nos basamos en un idea, lo que nos ha dotado de un tipo de estructura dentro de la empresa para que trabajemos constantemente con contenidos, contenidos y contenidos.

Lo que sí hemos incentivado mucho es que esos conceptos e ideas nos los propongan la estructura interna que tenemos en la compañía. La disrupción tecnológica, con motivo de la pandemia, se ha acelerado más, y nosotros teníamos un arma que nos ha dado un posicionamiento mayor. Aunque ahora se llame turismo experiencial, antes ya teníamos un convencimiento de un tipo de trabajo que era muy anterior, y simplemente ahora tiene un impacto mayor porque es parte de los vocablos actuales.

¿Qué lecciones aprendidas del negocio hotelero han trasladado a su división residencial?

Nuestro inicio fue un hotel pequeño y allí nos planteamos preguntas para poder dar un buen servicio, lo que es fundamental para entender el primer The White Angel, que es residencial de lujo. Una de las preguntas fue que, si queríamos tener un buen talento, era muy difícil tener gente talentosa si solo les pagas seis meses, que son los que el hotel estaba abierto. Cuando estas personas están formadas y preparadas, su tendencia es una mejora económica, por eso fuimos probando a abrir todo el año, y fue un proceso muy duro, pero con eso conseguimos poco a poco tener un trabajador que no solo estaba por el salario de verano.

Cuando entramos en el primer The White Angel y quisimos dar el servicio concierge, nos dimos cuenta de que había que darlo doce meses, no podemos dar unas soluciones fantásticas para julio y agosto y el resto del año no. Para equilibrarlo fuimos a la raíz de lo que aprendimos con el hotel y pusimos el mismo sistema informático, cogimos gente del propio hotel para dar ese servicio, y a partir de allí, hubo una evolución natural. Nos dimos cuenta de que en los sitios turísticos hay un problema de balanceo. Cuando tú compras un activo tienes unos buenos servicios durante los meses turísticos, pero no los tienes fuera de temporada, que te marca un coste de hibernación. La experiencia del hotel abierto todo el año ha sido una base fundamental para aportar ese tipo de servicio.

¿Qué valores del lujo residencial tradicional se han respetado, e incluso, mejorado?

Entraríamos a discutir qué es y qué no es lujo. Nosotros creemos que condiciones necesarias del lujo son tener silencio y espacio, que es muy fácil de decir, pero no de tener. Es imposible vender lujo con ruido y sin espacio. Cualquier The White Angel que hacemos ya tiene un espacio, unas zonas comunes, en las que pueden desarrollar sus actividades de una manera exclusiva sus clientes. Dar esa amplitud es fundamental. El espacio es el vacío, y ese vacío te genera luminosidad que para nosotros es fundamental, por eso cuidamos la orientación y las aperturas al exterior.

Luego están los materiales, que son locales. No podemos renunciar a ellos, como la piedra natural y la madera. Son elementos que confieren a la vivienda envejecer con atractivo. Esos pilares con los que construimos son los que nos dan la localización y las materias primas. Una vez que maximizamos eso, habrá gente que quiera un tipo de mobiliario u otro, y que se gastará más dinero en aquello que piensa que sea lujo.

¿Sigue siendo el precios el principal aspecto que define al lujo residencial?

Lamentablemente, el lujo va asociado al precio. El lujo es un bien escaso. Si hubiera mucho caviar y poco pan, seguro que lo que sería un lujo sería tener pan. La escasez tiene un coste porque hay poco. En el The White Angel Cala Comte solo hay 15 unidades, y unas vistas que no tienes en otros sitios de la isla de Ibiza.

¿Y la localización? ¿Qué papel juega? En este sentido, ¿por qué han escogido Ibiza?

No tiene mucho mérito haber escogido Ibiza porque yo soy ibicenco, es algo orgánico. El de Talamanca está en una zona más bulliciosa, de un potencial importante por las inversiones que se hacían alrededor de ella. Además, estás cerca de un área de restauración de primer nivel y unas infraestructuras náuticas.

En Cala Comte lo que tenemos son piezas exclusivas. Si bien estás equidistante de muchos puntos de interés como playas y restaurantes, sí que abraza el espacio y el silencio de una forma más armónica, sin bullicio. El budget en Talamanca es de 1,5-1,6 millones de euros y en Cala Comte es de 2,5 a 3,2. El un cambio de rango importante en precio y en búsqueda, pero siempre con esa sintonía, con esa zona privativa propia que genera seguridad y liquidez.

¿Qué tendencias sigue la arquitectura hoy en día a la hora de crear viviendas de lujo? ¿Es la sostenibilidad una característica indispensable?

Nosotros en el hotel de Barcelona ganamos el premio del mejor proyecto de España de sostenibilidad y ese mismo premio nos lo han dado para el de Madrid, y aún no lo hemos abierto. El OD Talamanca usamos la geotermia de forma pionera. La sostenibilidad está en nuestro ADN. Nos importa mucho el tema medioambiental. Hemos trabajado en proyectos bajo estos criterios mucho antes de que estas tendencias se pusieran de moda. Estamos en un momento que generamos vocablos que es necesario integrar para vender productos. Lo que ahora llaman greentech, nosotros ya lo hacíamos sin saberlo.

Sí que intentamos siempre buscar todo tipo de procesos de trabajo en los que estemos en una triple A, ya sea un hotel o una promoción inmobiliaria. Siempre buscamos soluciones que nos lleven al equilibrio. Hablamos con los técnicos, que son los que validan los procesos. No solo miramos el coeficiente medioambiental, sino que otro criterio es que tienes que destruir para general algo nuevo, y hay que saber en cuánto tiempo lo que tú has construido de una forma natural se degrada y lo absorbe otra vez la tierra. Son parámetros que ponderan muchísimo. En el plano domótico, nos enfocamos en que sea sencillo y fácil.

¿Qué elementos son imprescindibles dentro de las zonas comunes?

Hay elementos que son indudablemente iguales en todos sitios, pero creo que el elemento diferenciador no está en lo físico o en los espacios, creo que está en la capacidad de dar un servicio y en la capacidad de tener un equipo entrenado que te ayude cuando necesitas cualquier cosa. Lo esencial es que antes de llegar, si se necesita mantenimiento, limpieza, baby sitter, una reserva, un coche de alquiler, etc., todo esté resuelto.

¿Cuál es el perfil de cliente de The White Angel?

El 80%-90% de las promociones son internacionales: Suiza, Holanda e Inglaterra. Hemos conseguido con The White Angel labrar una marca que atraiga clientes de varias nacionalidades. El tipo de programación que estamos haciendo a futuro es un cliente internacional, con un nivel cultural importante, que es lo que le vale para entender la filosofía que hay detrás, sobre materiales y espacios, vistas y luminosidad. Las inmobiliarias con las que hemos trabajado nos ha ayudado a tener un reconocimiento como marca, generando una especie de membresía dentro de The White Angel.

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