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Libros como mesilla de noche

Parece que con la extensión del libro electrónico, los ejemplares en papel nos sobran y ya no sabemos qué hacer con ellos. En vez de dejarlos en sus estanterías para que estén disponibles de cara a una posible consulta, nos empeñamos en buscarles otra utilidad para la que quizá no estén destinados. Como, por ejemplo, hacer de mesilla de noche.

La propia inestabilidad me parece motivo suficiente para desestimar el reciclaje de libros para convertirlos en muebles. No cabe duda de que se trata de una plataforma poco sólida y, en cualquier momento, cualquier persona los puede mover y tirar fácilmente todo lo que esté soportando, desde un jarrón con agua a una vela encendida.

Otro motivo que se me ocurre para defender que los libros se queden en su lugar original es que estos se pueden estropear y desgastar, sobre todo, el que quede en la parte superior. El material de la cubierta no está preparado para la presión que ejercen los objetos. Los accesorios con aristas ocasionarán arañazos y un vaso de agua se convierte en un auténtico peligro.

En el único caso en el que aceptaría algo así es una mudanza. Por ejemplo, si estás trasladando los muebles y necesitas una superficie para apoyar tus enseres a una cierta altura que no resulte incómoda, pero nada más. Incluso, hay piezas eventuales, como las propias cajas de la mudanza, que servirían a tal efecto.

No me canso de ver muebles hechos con libros apilados en las revistas de decoración, y me parece un verdadero despropósito. Más que introducir un elemento innovador, se está dando un toque de desorden a las estancias. Olvídate del supuesto matiz intelectual de esta propuesta y no caigas en la tentación de llevarla a la práctica.

Es difícil que la funcionalidad de un mueble resistente y con cajones sea superada por una torre de libros de diferentes colores y tamaños. No compensa en absoluto. ¿Estás de acuerdo?

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