Este municipio costero se ha alzado siempre como uno de los puntos fronterizos con Francia más importantes, hasta el punto de ser popularmente conocido como “la ciudad del transporte”, por ser este sector su principal fuente de ingresos desde la llegada del ferrocarril en el siglo XIX. Si bien es cierto que la entrada en vigor en la década de 1990 del Tratado Schengen –que supone la libre circulación de personas y mercancías entre los países de la UE- resintió su economía por la eliminación de los trámites y las tasas aduaneras, finalmente sirvió para potenciar el comercio transfronterizo y apostar por el desarrollo industrial y la diversificación del sector servicios que, actualmente, contribuyen activamente al mantenimiento de su estatus.